Nota: 4,5
Dirección: Kike Maíllo
Guión: Sergi Belbel, Cristina Clemente, Martí Roca, Aintza Serra
Reparto: Daniel Brühl, Marta Etura, Alberto Ammann, Claudia Vega, Lluis Homar
Fotografía: Arnau Valls Colomer
EN POCAS PALABRAS (para los impacientes)
Más de uno nos hemos preguntado en numerosas ocasiones qué sería de nosotros si no tuviéramos alma o lo que quiera que sea que da vida a nuestro cuerpo. Personalmente desconozco la repuesta, pero si trasladáramos esta reflexión al mundo del cine, no me resultaría difícil responder la duda planteada a través de un ejemplo muy revelador: “Eva”, la película que nos ocupa.
SI QUIEREN PROFUNDIZAR…
Argumento: Año 2041. En un futuro no muy lejano, los seres humanos viven acompañados de criaturas mecánicas. Álex (Daniel Brühl), un reputado ingeniero cibernético, regresa a Santa Irene, después de diez años de ausencia, para realizar un encargo de la Facultad de Robótica: la creación de un niño robot. Durante ese tiempo, su hermano David (Alberto Ammann) y Lana (Marta Etura), la antigua novia de Álex, se han casado. Inesperadamente, la rutinaria vida de Álex se verá alterada por Eva (Claudia Vega), la hija de Lana y David, una niña extraordinaria, magnética, que desde el primer momento establece una relación de complicidad con Álex.
Está bien, es la primera vez que podemos proclamar a los cuatro vientos que una película de ciencia-ficción española hace gala de unos efectos especiales que podrían haber sido realizados en cualquier estudio de Hollywood. Pero no deberíamos obviar que los responsables de los mismos tampoco se han devanado especialmente los sesos a la hora de realizar su trabajo; es más, se han esmerado en sepultar bajo tierra cualquier atisbo de originalidad posible. Dichos efectos son inmensamente deudores de films como “Minority Report”, por citar el primero que viene a la cabeza al ver a Daniel Brühl manipular una serie de hologramas al más puro estilo Tom Cruise o José Mota.
¿Acaso hemos olvidado que uno de los elementos más importantes en una película es su guión? Parece el caso de los guionistas de “Eva”, a tenor de lo vulgar y manido de su argumento; al verla, uno tiene la sensación de que los productores han encargado un texto urgentemente, con el único objetivo de tener el metraje necesario para poder incorporar los efectos especiales más sorprendentes del último cine español. En mi opinión, ésto no justifica la compra de una entrada.
Me llama poderosamente la atención que un actor de la categoría de Lluis Homar haya aceptado un papel como el que interpreta en esta película, aunque supongo que, ocasionalmente, todos necesitamos recurrir a trabajos meramente alimenticios para sobrevivir. Daniel Brühl suena raro desde su primera intervención; no me pregunten por qué, pero parece fuera de lugar en todo momento. El encanto natural que desprende Marta Etura tampoco es suficiente para llenar la oquedad con que está escrito su personaje. Pero lo más alarmante de todo es la interpretación que perpetra Claudia Vega (Eva), convirtiendo a su personaje en uno de los puntos más débiles de la película.
Debido a las expectativas generadas desde que supimos que “Eva” iba a inaugurar el Festival de Cine de Sitges, el resultado es decepcionante. Después de verla, la única conclusión que sacamos es que en España existen los medios necesarios para hacer buen cine comercial; solo que no nos da la gana.
Carlos Fernández Castro